Burkina Faso, la realidad de la pobreza

Por Sergio García Díaz, alumno de 3º de ESO

El pasado 29 de Octubre, un misionero, el padre Cesareo Hoyuela Torre vino a darnos una charla sobre su trabajo, la pobreza y la malnutrición que hay en África. Realmente, a los alumnos que estábamos en el Salón de Actos de nuestro Colegio Virgen del Mar, nos marcó. Nos marcó la realidad que nos narró este misionero y ello me llevó a profundizar para poder argumentar este artículo que quiero compartir con ustedes.

Primero hay que saber lo que es un misionero, su definición es: Persona dedicada a enseñar la doctrina cristiana en aquellos lugares en que las personas la desconocen o no la practican. Ellos y ellas ayudan a los demás por interés propio, es una labor totalmente altruista, ya que no cobran nada y ayudan de forma voluntaria. Hay un total de 12.000 misioneros españoles en el mundo, el 54% de ellos son mujeres y el 46% restante hombres. Los misioneros están repartidos 132 países en los cinco continentes. De la siguiente manera, en América 55%, Europa 30.15%, África 9.55% , Asia 5%  y Oceanía 0.3%.

El padre Cesareo pertenece a la congregación de los Padres Blancos Misioneros de África y su conferencia coincide con la programación que ha realizado el Colegio sobre el Domund. El Domund es el día en que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y colabora con ellos. Se celebra en todo el mundo el penúltimo domingo de octubre, el “mes de las misiones”. En el Colegio dedicamos al Domund dos semanas.

Este misionero, el padre Cesareo, desarrollaba su labor en Burkina Faso un país pobre de África sin salida al mar. Es uno de los territorios menos desarrollados de África. Allí, a las mujeres se las consideran adultas a los 14 años y tienen alrededor de 10 hijos cada una. La razón de esto es que si uno se enferma, los demás seguirán trabajando en la cosecha. Dos de cada 10 sufren desnutrición o deficiencia, puesto que, entre otras cosas, no reciben leche materna en sus 10 primeros días de vida y eso les perjudicará posteriormente. A todos estos inconvenientes en su inicio de vida, la de estos niños de Burkina, se une el paludismo, la fiebre amarilla, y tantas otras enfermedades que han de sortear para sobrevivir.

Esta charla me hizo reflexionar y replantearme la idea de donar y apoyar a este tipo de países, porque ser Misionero de África es una vocación que pide mucho amor y una voluntad firme para llevar a cabo la misión que Dios nos invita a vivir. Esta misión de Dios habla de solidaridad y de justicia, de apertura y profundo respeto a otras culturas y a otras maneras de entender la vida. Ser misionero es, pues ante todo, un don de Dios.