El moco asesin0

Por Julia Martín Blasco, alumna de 1ºESO-C

Había una vez, en un pueblo muy lejano, un niño llamado Pablo. Él era de ojos marrones claros, su pelo de color castaño, con nariz chata, de piel clara y de estatura alta.

Pablo solía salir todas las tardes a jugar con sus amigos, pero un día tenía tanta tarea y estaba tan malo de gripe, que no pudo salir. Mientras Pablo hacía la tarea, en un cuaderno verde, de hojas cuadriculadas, él no dejaba de estornudar. Y en uno de ellos, de esos estornudos, salió un gran moco que ocupaba la página entera y el niño dijo: -¡Será posible, está caminando!

Salió de la libreta, lo siguió atónito. No lo podía creer. Llamó a su madre, una mujer alta, de nariz chata, al igual que nuestro protagonista; de ojos azules y pelo rubio, llamada Laura.

Su madre, pensando que a Pablo le había pasado algo, fue corriendo hacia la habitación, y dijo: -¿Qué te ha pasado, hijo?- recalcó, preocupada. El niño seguía atónito, solo su mirada lo decía todo. Los dos, madre e hijo, lo siguieron. Cuando llegaron a la sala, había tres moscas. El moco se dirigió hacia ellas y no pasaron ni dos segundos, pero las moscas habían desaparecido.

Pablo se lo contó a sus amigos y, por supuesto, no lo creyeron. Menos mal que su madre estaba de testigo. Y desde ese momento, cuando Pablo estornuda, se tapa la nariz con un pañuelo.