Progreso progresivo

Por Alejandro Santos Cabrera, alumno de 1º de Bachillerato de Filosofía

Si hay algo que se haya cumplido siempre a lo largo de la historia,  para beneficio de unos y desventaja de otros, es la evolución. Por deseo o sin él, el único cambio que perdura es el progresivo. Este hecho lo demuestra la línea de tiempo vivido por la humanidad, que a lo largo de los siglos ha intentado radicalizar ideas que siempre acaban en un dolor y sufrimiento masivo.

Cada vez que pensamos en el mundo en el que vivimos nos es imposible no imaginar mejoras a nuestro favor, o por lo menos en pos de la ética que conocemos. El problema se encuentra en una solución radical a la que solemos recurrir para adquirir un fin. No han faltado mentes que han sabido llevar sus ideas drásticas a la práctica comportando así consecuencias, incluso genocidas. Los claros ejemplos de individuos con el don de orar y radicalizar son conocidos ya por todos, y siempre por el resultado.

Por otro lado, la parte de la evolución, siempre presente, ha crecido junto con la sociedad, dejando un margen a prosperar. Una experimentación de cambio con garantías de duración, estabilidad, y armonía en el producto. Hechos que por «X» factores, sí han supuesto una mejora en todos los campos acorde a la ética y la moral más expandida.

Cabe proponer, por tanto, basándome en los hechos repetidos sobre los años, que si queremos un progreso a mejor, establezcamos unas bases sólidas que argumenten lógicamente nuestra ideología. De esta manera, no será necesaria la imposición de nuestra idea, porque ella de por sí será adoptada, primero por los más críticos y luego por la sociedad en su totalidad. El cambio será evidente, con tiempo.