Texto del Primer Premio Provincial «Carta a un militar», Aisha Miranda, en el Curso 2020-2021

«ASUNTO: Lo diste todo por los demás, hasta la vida, en el Coronavirus»

Querida Ares, soy Elicia. Te escribo desde el cuarto de mamá. Cumplí la promesa. Llevamos juntas casi toda nuestra vida. Cuando tus padres murieron, viniste a nuestra casa. Nos incorporamos muy jóvenes al Ejército. Otra gran misión, la Covid-19, con más de 19.000 intervenciones. Nuestras Fuerzas Armadas han respondido con el apoyo esperado: la Operación Balmis, basada en la desinfección, apoyo de la Sanidad Militar, logística para transportar toneladas de material sanitario, alimentos y personas. Y, sobre todo, velar por la seguridad de cada uno de los españoles.

En estas circunstancias hemos participado en la misma unidad, idéntica finalidad. Todos estábamos decididos a acabar con la pandemia. A medida que pasaba el tiempo, aumentaban las muertes y contagios. Era muy preocupante. Ya se habían contagiado varios de los nuestros. Había nueve fallecidos. La Sanidad Militar no dormía. Nosotros íbamos de puerta en puerta todos los días, tomando la temperatura. Si alguien daba más de 37º C, la logística venía y se llevaba a esa persona al Centro de Sanidad Militar. Seguidamente, sacábamos al resto de ocupantes de la casa y entrábamos a desinfectar cada rincón. Por último, les dejábamos una bolsa de comida, ya que todo estaba clausurado y no se podía salir a la calle. El mismo proceso cada semana, cada día.

La noche del 24 de mayo, habíamos terminado de desinfectar el Centro de Sanidad Militar. Nos estábamos preparando para la cena, cuando el sargento Miralles se acercó a nosotras y nos ordenó reunirnos. Pensamos: “¿Qué ha pasado?”. Nos llevó a una carpa y nos dijo que Atenea -mi madre- se había contagiado. Me quedé atónita, tú empezaste a llorar. El sargento nos dejó hablar por teléfono con ella. Había luna llena más allá de tus lágrimas. Me miraste con tus preciosos ojos azules, que encerraban el mar dentro de ellos. Luego, me dijiste aquellas palabras, que no he olvidado: “Prométeme que desde que todo mejore, iremos a casa con mamá”.

Pasaron siete meses de cuarentena. En el Centro de Sanidad Militar quedaban unas 15 personas ingresadas. Por aquellos días, surgió una nueva misión de urgencia militar, Miralles nos dio la dirección de una casa que ardía en llamas. No se hallaba muy lejos, así que cogimos el equipo necesario para el fuego y nos subimos al Aníbal. Cuando llegamos, vimos una casa de dos pisos consumiéndose por el fuego y una pareja llorando fuera. Su hijo de seis años estaba atrapado en el segundo piso. Tú decidiste entrar a salvar al niño, intenté convencerte para que cambiases de idea, pero nada. Siempre has puesto, como buena militar, la seguridad de los demás por encima de la tuya. Salvaste a la criatura y nada más poner un pie en el exterior, te desmayaste. La crisis asmática y la falta de oxígeno te consumían. Y sí, te fuiste. Días después, cuando me había recuperado de tu marcha, acudí al Centro de Sanidad Militar a ver a mamá. Ella había sobrevivido a la Covid-19. Sin embargo tú no estabas, pero sé que te encuentras tras el amarillo del sol de nuestra bandera y el rojo de la sangre que defendemos. Así sea por siempre. La muerte no es el final. Por ti, Elicia y mamá. Os esperamos.