Mi reflexión: Un código que nos define

 

Por Pablo Guillén, alumno de 2º de Bachillerato

Nosotros, los seres humanos, es decir, todas y cada una de las personas que constituyen la sociedad del Planeta Tierra, estamos programados de la misma manera. Somos todos iguales, con unos órganos, células y sentimientos que nos forman. Lo único que nos diferencia a los unos de los otros es simplemente nuestra apariencia física, pero de resto, no hay diferencia que valga.


Sin embargo, las vidas de cada uno de nosotros, por muy extraño que parezca, están programadas; dicho de otro modo, el tipo de vida, el tiempo que vivirás, cómo vivirás, etcétera, está predestinado por un simple factor, según dónde nazcas y vivas, tendrás un tipo de vida diferente al resto.

En este sentido, es aquí cuando entra en juego el código postal que marca nuestro futuro de vida. Estos códigos son tan exactos que se pueden clasificar en dos grupos que incluyen a toda la población mundial: el código postal de buena calidad (comida, comodidad y felicidad) y el opuesto a este, el de pena y pobreza. Desgraciadamente este segundo código postal mencionado, abarca un amplio sector de la población, donde existen hambre, guerras, podredumbre, es decir, en otras palabras, las cuestiones más entristecedoras de nuestra sociedad en este mundo del Siglo XXI.

Así, no somos conscientes de la desigualdad que se presenta en nuestro planeta. ¿Por qué hay países en guerra, acabando con la vida de miles de personas, y mientras hay alguien acostado en la piscina de su mansión tomando el sol? Es cierto que la situación de cada país puede depender de su forma de gobierno y demás, pero, ¿no creéis que también puede ser causada por la actitud de egoísmo que hemos adoptado? Egoísmo, ya que en lo único que nos centramos es en vivir “nuestra vida”, sin preocuparnos de lo que otras personas pueden estar sufriendo y pasando.


Siendo de esta manera, debemos hacer que todos esos códigos que identifican a cada rincón del planeta estén a la misma o casi la misma altura, ayudando de cualquier forma y descartando de una vez por todas esos códigos postales “miserables” que ninguna persona se merece.


Finalmente, da igual la constitución genética que tengamos, eso no va a hacer que nuestro futuro sea de una manera u otra, y esa es la consideración errónea que mucha gente tiene. Es todo cuestión de suerte, un código postal que definirá y planificará nuestras vidas.