La Razón, desde la Filosofía en Grecia hasta Hegel

Por alumnos de 2º de Bachillerato, Historia de la Filosofía

Para indagar sobre los orígenes de la razón, tendremos que irnos hasta el siglo V a.C. en la Antigua Grecia donde autores como Platón y Aristóteles empiezan a reflexionar sobre este concepto. Para Platón, la razón es la mayor capacidad de conocimiento del ser humano. Así como la mayor encargada del conocimiento de su tan conocido mundo inteligible. En pocas palabras, lo define como un rasgo distintivo del ser humano, y una de las pocas cosas que nos permite llegar a la verdad, que Platón sitúa en el mundo inteligible. Asimismo, llevando esto al tema del idealismo, podemos decir que el conocimiento racional es para Platón superior al conocimiento empírico.

Sin embargo, para su discípulo Aristóteles, en su obra Metafísica (o “primera filosofía” según él) habla sobre el hilemorfismo, uno de sus pensamientos más conocidos. Establece que la sustancia es un compuesto de materia (el principio indeterminado) y forma (la esencia de la sustancia, que determina lo que es). ¿Y qué tiene que ver esta teoría con la razón? Pues Aristóteles la aplica a la antropología, sosteniendo que todo cuerpo está constituido por materia y forma, que componen un todo único. Así, el ser humano es un compuesto de alma con forma de cuerpo, cuya principal característica es la razón.

Siguiendo en esta línea del tiempo, en la que disertamos sobre la razón, Aurelio Agustín nació en el año 354 d.C. en Tagaste, ciudad situada en la antigua provincia romana de Numidia (conocida en la actualidad como Souk Ahras, Argelia). En el año 370 estudiará en Cartago, dedicándose principalmente a la retórica y a la filosofía, destacando de una manera especial en retórica, y encontrando dificultades en el aprendizaje de la lengua griega, que nunca llegó a dominar.

Así, Agustín, predispuesto por la fe materna, se aproxima al texto bíblico pero es su mente la que no consigue penetrar en su interior. Dicho en otras palabras, la fe no es suficiente para acceder a las profundidades de la revelación de las Escrituras. A los 19 años, se pasó al racionalismo y rechazó la fe en nombre de la razón. Sin embargo, poco a poco fue cambiando de parecer hasta llegar a la conclusión de que razón y fe no están necesariamente en oposición, sino que su relación es de complementariedad.

Entre los racionalistas, Spinoza estaba dentro de la corriente filosófica que surgió en Europa durante el siglo XVII. Sin embargo, el concepto de racionalismo es mucho más amplio por sus ideas y postulados que estaban ya presentes en la antigua Grecia.

Lo que motivó al racionalismo fue el modo en el que los filósofos de esta corriente veían y aplicaban la razón a toda realidad del mundo. En este sentido, Spinoza era un racionalista radical, puesto que parte de la idea de que el ser humano es capaz de comprender la estructura del mundo que le rodea mediante la razón.

Por su lado, Leibniz distinguía dos tipos de verdades. Las verdades de hecho que son las que nacen de la experiencia sensible y se rigen por el principio de la razón suficiente; y las verdades de razón que son verdades innatas, a las que se llega haciendo explícitas las capacidades propias de la razón y se manifiestan por el funcionamiento interno de entendimiento. Estas se rigen por el principio de contradicción. A los conocimientos de hechos hay que encontrarles su razón para que pasen a ser verdades de razón.

Esto conlleva que todo lo que es, por el hecho de ser algo real, es algo inteligible, y por el contrario no puede afirmar con verdad la realidad de algo si no es inteligible. Por ejemplo: La mesa es inteligible, porque conocemos que la ha construido un carpintero, pero no se puede explicar que exista aquí y ahora una mesa, si no es porque la ha construido alguien.

La relación del cristianismo con la filosofía viene concretada, por el predominio de la fe sobre la razón. Esta actitud queda reflejada en el «Credo ut intelligam» de San Agustín de Hipona, dependiente en este aspecto del «Credo quia absurdum est» de Tertuliano, y que se transmitirá a lo largo de toda la tradición filosófica hasta Santo Tomás de Aquino, quien replanteará la relación entre la fe y la razón, dotando a ésta de una mayor autonomía. Esa asociación de dependencia de la razón con la fe será modificada sustancialmente por Santo Tomás de Aquino. A lo largo del s. XIII, el desarrollo de las tendencias filosóficas había insistido, entre otras, en la teoría de la doble verdad, según la que habría una verdad para la teología y una verdad para la filosofía, independientes una de otra, y cada una con su propio ámbito de aplicación y de conocimiento. La verdad de la razón puede coincidir con la verdad de la fe, o no. En todo caso, siendo independientes, no debe interferir una en el terreno de la otra. Santo Tomás rechazará esta teoría, insistiendo en la existencia de una única verdad, que puede ser conocida desde la razón y desde la fe.

En la época del Renacimiento, hubo dos grandes pensadores: Nicolás de Cusa, y Francis bacon.

Para Nicolás de Cusa, el conocimiento surge de uno mismo. La mente se adecua y crece, aun sabiendo que nunca alcanzará lo Absoluto, pero va avanzando. La docta ignorancia tiene la relación que si la razón va avanzando y acercándose al conocimiento. El conocimiento se fundamenta en lo sensible, la experiencia, en la asimilación, pero eso no es el verdadero conocimiento. El verdadero conocimiento es el que se desprende de la experiencia.

No obstante, el irlandés Francis Bacon trató de reformar el saber, es decir, organizó el método de estudio científico, clasifica todas las ramas del conocimiento en función de la mente y las catalogó en memoria, razón o imaginación. Principalmente, su idea más representativa es la de que el razonamiento deductivo e inductivo van de la mano, a diferencia de lo que muchos otros autores decían.

Al mismo tiempo llegó a la conclusión de que los científicos deben de ser ante todo escépticos y no aceptar explicaciones que no se puedan probar por la observación y la experiencia sensible, con esto hace referencia al uso del empirismo.

El método inductivo que creó intentaba facilitar un instrumento para analizar las experiencias, para esto era necesario hacer una recopilación de casos concretos del fenómeno estudiado para realizar una investigación posterior, vigilando las características o propiedades comunes entre ellos.

Locke (1632-1704) considera que todos nuestros conocimientos provienen de la experiencia, de ella se derivan y a ella se reducen. La filosofía de Locke se dirige contra las ideas innatas, contra el apriorismo. Locke pretende dar razón de conceptos tales como causa, sustancia, a partir del análisis de los sense data, es decir, datos de sentido, en un análisis psicológico. Aunque, según Locke, la palabra razón se utiliza según diferentes significados, él prefiere resaltar como elemento característico de la misma el siguiente: es la facultad que permite al hombre el que pueda distinguirse de las bestias, ya que, gracias a ella, resulta evidente que la excede en gran manera. Locke diferencia cuatro grados en la razón. El primero nos permite el descubrimiento de la verdad. El segundo nos permite ordenar de modo adecuado las ideas. El tercero nos permite percibir la conexión correcta entre las ideas ordenadas. El cuarto nos permite llevar a cabo una deducción correcta de las ideas correctamente ordenadas.

El racionalismo continental hace referencia a la doctrina filosófica racionalista en la Europa continental durante el siglo XVII. No obstante, en las Islas Británicas se desarrolló la escuela empirista como frente a este concepto. Sus características básicas son afirmar la razón, aceptar la existencia de las ideas innatas y mantener la idea de que la razón es el único instrumento para conocer la realidad. No existe una plena definición de esta idea aunque se puede resumir en un sistema que emplea la razón en su análisis. Además, se puede decir que alguien racionalista es aquella persona que niega lo sobrenatural y no acepta revelación ni misterios. Sin embargo, Descartes no aceptaba esto último, dado que sí aceptaba la fe además de la existencia de Dios.

A su vez, esta rama tiene varios elementos fundamentales como la importancia de la razón en el origen del conocimiento frente a los sentidos o la experiencia, donde la razón debe interpretar la información que le suministran los sentidos, para que un conocimiento sea válido; la existencia de ideas o verdades innatas que se activan cuando se produce una experiencia, donde la razón interviene en el ser humano para elaborar hipótesis, hacer pruebas o reflexionar sobre algún suceso; la razón es lo opuesto a la imposición de creencias por la tradición o la opinión de una persona, es decir, el criterio de autoridad, puesto que la razón detecta equivocaciones y falsedades; el modelo de conocimiento es el matemático pues supone claridad, certeza y verdad definitiva sin prejuicios; y por último, la razón es el único instrumento para conocer la realidad, ya que ayudaría a quitar los velos que la ocultan, además de perder el miedo a lo desconocido.

Finalmente, la autorreflexividad de la razón es el principio de la filosofía de Hegel, ya que determina el pensar racional en general y constitutiva del pensar filosófico como tal. De esta manera, destaca la necesidad de la autorreflexión de la razón como base fundamental de la sistematización filosófica de Hegel, y a su vez, como aquella sin la cual no sería posible ninguna reflexión filosófica que pretenda ser tal.

Asimismo, Hegel establece la diferencia entre el entendimiento y la razón, siendo dos modos inferior y superior del raciocinio y del conocimiento. El raciocinio inferior (del entendimiento), es un “raciocinio finito”, característico de la lógica formal, de la metafísica.

El entendimiento engendra sólo determinaciones finitas. Así, para el entendimiento, la vida y la muerte son dos fenómenos contrapuestos y no relacionados mutuamente.

El raciocinio superior (de la razón), es un raciocinio dialéctico, que señala la contradicción interna de la realidad y de todas las determinaciones engendradas por el raciocinio, e investigando profundamente la naturaleza del propio raciocinio y de los conceptos por él creados, muestra la interna conexión mutua de los asertos contrapuestos y su paso recíproco del uno al otro. Pero tanto el entendimiento como la razón, para el Hegel, sólo son definiciones del “espíritu” que es “superior a ambos”.