José Sixto, recorriendo el inolvidable camino pictórico de este tinerfeño

Los alumnos y alumnas de Filosofía de 1º de Bachillerato A y B han iniciado un trabajo de información y documentación sobre José Sixto Fernández del Castillo Machado, dentro de un proyecto coordinado por la asignatura de Arte y en el que ha colaborado el área de Filosofía. Han programado la elaboración de un reportaje, seguido de diferentes artículos de opinión sobre la obra de este autor, y que en una primera parte de este proyecto se coronará con una entrevista el miércoles 14 a Alicia Fernández del Castillo, hija del inolvidable José Sixto.

Dentro de este proyecto se ha contado con la documentación ofrecida por el periódico EL DÍA, y su departamento de Archivo, coordinado por Ramón Marrero; así como con las valoraciones del periodista y crítico de arte, Joaquín Castro; o Celestino Hernández, director del Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (MACEW), y con la indudable aportación de su hija Alicia Fernández del Castillo. Esta documentación ha servido como un material gráfico, con el que se ha podido desarrollar este reportaje, así como el resto de actividades que se irán llevando a cabo hasta final de Curso, que terminarán con una exposición prevista para el mes de junio.

José Sixto Fernández del Castillo Machado nace en San Cristóbal de La Laguna el 4 de julio de 1926, iniciando a partir de sus 20 años de edad estudios oficiales Escuela Superior de Bellas Artes de Madrid (empezó en 1946 y finalizó en 1955), pero no logra la  licenciatura hasta 1985, haciéndolo en la Universidad de su ciudad natal, La Laguna. Cuando ya habían transcurrido más de treinta años de titulado superior en Dibujo quiso revalidar académicamente aquellos saberes y obtuvo, en 1985, la licenciatura en la Facultad de Bellas Artes de la ULL. Fue profesor de dibujo en el Instituto Masculino de Bachillerato.

En el campo artístico, desde muy joven, descubrió temprano la belleza de los atardeceres, la voz de las campanas derramándose por los verdes tranquilos de la vega, el ritmo del silencio o el color emergente de las auroras puntuales.

Cuando acabó sus estudios en la capital comenzó un periodo de numerosas muestras artísticas por toda la geografía insular y nacional. Entre sus exposiciones más destacadas de esta época se encuentran el XLII Salón de Artistas Tinerfeños en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife en 1951 y la I Bienal Hispano-Americana celebrada en Madrid en 1953.

José Sixto fue un artista polifacético, retratista, también un pintor regionalista al que le gusta plasmar todo aquello que le rodea, ver de cerca Canarias, y enseñarla de cerca a los suyos, sintiendo siempre la canariedad, pero desde una visión universal, no meramente localista. Antes de terminar su carrera expuso por primera vez en el Ateneo de La Laguna. Desde el año 1950 fue participando en exposiciones colectivas e individuales, aportando su talento durante esta época a distintas producciones teatrales, que se beneficiaron notablemente de su estética en cuanto a decorados.

Nunca aspiró a premios o distinciones. Era remiso a prodigarse como artista que se ufana exhibiendo su obra y busca renombre, empeñado en la calidad y no en la cantidad; solo en diez ocasiones a lo largo de más de medio siglo pintando la mostró individualmente, la primera en el Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz, en 1958. Entre otras muchas, se debe recordar una exposición individual de Sixto, que tuvo lugar en la Sala de Arte Los Lavaderos en 1990, con otros tantos artistas; así como una espléndida retrospectiva, en el Centro de Arte La Recova de Santa Cruz de Tenerife en 2000.

José Sixto trabajó siempre en un ambiente de marginación, o como según reconocen algunos incondicionales admiradores de su trabajo, auto marginación, hecho que injustamente ha mermado la calidad de las obras del artista, en especial los retratos, una de sus tendencias pictóricas más recurrentes desde los años 40, cargada de una fuerza expresiva sin parangón. Su corriente más actualista se movía en el terreno de la pintura impresa, en la que los críticos coinciden en apuntar que es el estilo que mejor coincide con el carácter personal y artístico de Sixto.

Durante su vida vivió de cerca en su realidad tanto canaria, como de hombre del mundo, un sinnúmero de realidades vitales, como fueron las guerras, la civil y mundial, la posguerra, la emigración, la transición, la democracia, situaciones que de algún modo dieron alguna pincelada a su modelo artístico y de vida. Desde los años 40 comenzó con sus retratos, en los que emplea tanto el dibujo como la pintura. Estos retratos, junto con los paisajes de los años 40 y 50, son de una gran sensibilidad personal. A finales de los 50 y mediados de los 60, José Sixto busca nuevas formas de expresión, llenas de encuentro con otra manera de realidad. Esa búsqueda la retoma nuevamente en los 80, utilizando masas y volúmenes en los que la pintura se recrea a través de las formas.

Nunca consideró la pintura como un medio de vida y para evitar caer en la exigencia que ello requiere, ejerció otros oficios. Ha sido profesor de dibujo, director de obras de decoración y amueblamiento, y delegado de la Empresa Nacional de Artesanía en Tenerife. Además, ha publicado la “Guía de la Artesanía de Santa Cruz de Tenerife del Ministerio de Industria y Energía con motivo del año europeo del artesanado. Durante la etapa de 1984 y 1986, comienza a experimentar con una nueva técnica, el esmalte sintético sobre cartón piedra.

Movimientos artísticos

Jose Sixto pertenece al arte figurativo, pues plasma muchas de las características de este movimiento, en sus obras. Cabe recordar que también siguió las nobles sendas de la abstracción. Perteneció junto a los siguientes autores a una generación de pintores llamada “joven pintura tinerfeña”. Le acompañaron: Fredy Szmull, Pedro Gonzales, Martín Zerolo y Cristino de Vera. Con ellos, contribuyó en años cerrados y difíciles a situar el arte de Canarias en el ámbito de contemporaneidad, renovando el arte de forma decisiva.

Características de su pintura

Se inició como artista figurativo con magníficos retratos y bodegones en los que se aproxima a Cézanne y paisajes de cierto expresionismo. En 1964 alterna la abstracción con la figuración. Luego, sobreviene un largo paréntesis, de 1964 a 1984, en el que no pinta. En este último año, retoma los retratos, los paisajes y la abstracción.

Entre 1987 y 1990 el artista crea sus Pinturas impresas, en las que logra calidades matéricas mediante estampaciones sobre el soporte de almohadillas empapadas en pintura, que producen un puntillismo cada vez más contundente, expresivo y luminoso, y conectan, en cierto modo, con sus contemporáneos también canarios Cristino de Vera.

En una serie de este ciclo son protagonistas las figuras femeninas, definidas por el gesto suave, la paleta fría y una composición equilibrada rociada de poesía sosegada. En otros cuadros, José Sixto refleja su amor por la arquitectura: elabora composiciones volumétricas con escasos elementos, ajustados y rotundos, que tienden a la abstracción; las formas se tornan angulosas y laberínticas, y de nuevo domina una reducida paleta de grises; es un mundo de máquinas fragmentadas y geométricas. Otras veces las masas superpuestas se enfrentan o giran en espiral, para dar lugar a una obra cósmica y dinámica, poblada de signos, que connotan el origen del universo. Las obras de los cuatro últimos años, como si quisiera cerrar un círculo, vuelven a ser retratos, pero en ellos se percibe una mano ya muy entrenada por tanta actividad plástica y un intento de transmitir la máxima expresión a través de una síntesis formal.

Su pintura impresa

Es creador de un lenguaje particular dentro de la pintura que él ha llamado pintura impresa. Desde los años 40 comenzó con sus retratos, en los que emplea tanto el dibujo como la pintura. Estos retratos, junto con los paisajes de los años 40 y 50, son de una gran sensibilidad personal. En los 80, utiliza masas y volúmenes en los que la pintura se recrea a través de las formas y comienza a crear esmaltes de gran belleza de color y de formas geométricas.

Su corriente más actual se mueve en el terreno de la pintura impresa, en la que los críticos coinciden en apuntar que es el estilo que mejor coincide con el carácter personas y artístico de Sixto.

Retratos bodegones y paisaje están todos realizados al óleo. No así la obra abstracta, técnicas mixtas y esmaltes. En ellos dominan los planos, los denticulados, los planos. Algunas técnicas mixtas recuerdan en su forma curvada, aves de rapiña dispuestas a lanzarse sobra su presa, a veces, simples manchas de color. Los esmaltes son de una gran belleza cromática, como toda la obra, dominando los tonos monocromáticos, ocres, dorados, grises azulados, con una impresión de serenidad, aunque, en ocasiones, aparece el movimiento como giratorio y la mezcolanza de colores. José Sixto es un dominador del color y de la forma.

Valoraciones

Joaquín Castro San Luis, Periodista y Crítico de Arte

Si bien profundizamos, José Sixto Fernández del Castillo Machado «vivió una vida casi retirada, lejos de las exposiciones y de la vida social», así dice Joaquín Castro, periodista y quien fuese crítico de arte de DIARIO DE AVISOS, en su blog de arte. Y es a través de sus ojos que, a continuación, daremos una versión del pintor canario un tanto diferente a lo que hemos estado escribiendo hasta ahora.

Nos basamos en una entrada publicada en blog «EL FABULOSO MUNDO DE LA PINTURA», que mantiene y coordina Joaquín Castro San Luis. En este artículo, publicado en diciembre de 2016, Castro San Luis anuncia la muerte de José Sixto, a quien lo describe como «un artista de verdad», y afirma que sus composiciones pictóricas han marcado una escuela que seguirá eternamente entre nosotros.

Además, el crítico destaca que la retrospectiva que realizó José Sixto, hace varios años en la sala de arte del Centro de Arte La Recova -localizada en la capital tinerfeña-, habló mucho del artista y nos interiorizó en las características que lo hacían único y extraordinario, como era su dibujo, su elección de colores, su personalidad y su preparación técnica. Asimismo, hace hincapié en las virtudes del maestro, haciendo partícipes a cualidades como el poseer grandes conocimientos del rigor, cultura y sentido canario, de los trabajos manuales, del arte de la cestería, de las mantelerías caladas de las mujeres orotavenses, etc., es decir, de todo lo que significara canariedad.

Con esto demuestra un gran acercamiento hacia el pintor, incluso un cierto tacto personal, por lo que podríamos deducir que estas dos grandes figuras podrían haber mantenido una relación amistosa. Incluso hace mención al retrato de su esposa Alicia Contreras, en donde asegura que podemos ver su maestría, su preparación, a las que pocos se pueden asemejar.

Castro sigue redactando, ahora, manteniendo una postura de José Sixto como un gran anfitrión de la investigación artística, cuyas obras destacan por su nivel de calidad y su crecida personalidad plasmada en ellas. Aprovechando la ocasión, cita una de ellas, la cual donó al Museo de Bellas Artes de Santa Cruz, uno de sus cuadros, que allí se exhibe junto a los grandes maestros del arte en Canarias. Aunque el autor no lo especifique, la obra de la que está hablando se trata del “Gancho con bisagra colgante”, realizada en esmalte sobre tablex y con unas medidas de 98 por 122 centímetros.

Más abajo, en esta columna, se centra en las características de su pintura, en especial de su pincelada, que describe como «segura y latente hasta que la obra quedara impregnada de la personalidad que poseía». Ahora, nos adentramos en una fase en la que Joaquín Castro se lamenta de la muerte de José Sixto, hasta el punto en el que sintió una «angustia interior» en cuanto se enteró de su óbito, pues además de valorarle como persona, también lo admiraba como artista. Sin ninguna duda, el autor afirma que Canarias ha perdido uno de sus grandes artistas con su fallecimiento, al cual recordarán las generaciones por los trabajos y la huella que ha dejado.

Para concluir, Castro hace una última reseña de la pintura de José Sixto Fernández del Castillo Machado. Para él, esta partía de un dibujo de raíz académica, que se manifestaba en la fidelidad a la vez que en la sugerencia de líneas y sombreados para las vistas inteligentes y habladoras de sus retratos y figuras.

Notas para «LA TIZA MENSAJERA» de Joaquín Castro en las que se refiere íntimamente a José Sixto

«Hablarles de José Sixto es un poco difícil, ya que se trataba de un artista muy introvertido, con el que pude tener contacto y amistad gracias que su esposa Alicia Contreras fue compañera mía en la Facultad de Derecho y de la que él realizó un hermoso retrato.
Como artista era impresionante y todo un maestro que llegó a exponer en la Galería de Arte Magda Lázaro y en la que conocí algunas de sus obras más bellas.
Era creativo, experimental, intuitivo y llevaba a su soporte lo que en aquel momento le decía la realidad en que vivía, aunque en algunas de sus obras aparecían la abstracción. Tenía una formación técnica que había recibido de sus profesores en Bellas Artes. No fue muy prolijo en exposiciones, quizás por su manera de vivir su obra encerrado en su mundo».
Celestino Celso Hernández Sánchez, director del Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (MACEW), para LA TIZA MENSAJERA sobre José Sixto
«JOSÉ SIXTO Fernández del Castillo Machado. La Laguna, 1926 – Santa Cruz de Tenerife, 2016
La relación del artista José Sixto con el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC) y su Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (MACEW) es amplia, en el tiempo, y generosa, en su actitud. Fruto de esa relación y de esa generosidad, en la actualidad contamos con tres de sus obras en nuestro Fondo de Arte:
-«Mujeres», del año 1957, en óleo sobre táblex, de 56 x 67,5 cm obra incorporada al MACEW desde el primer momento, por su primer director y fundador, Eduardo Westerdahl, a partir de la primavera de 1953. José Sixto presentó una exposición individual de pinturas, en la Sala Eduardo Westerdahl del IEHC, el 15 de enero de 1958.
-«Acoplamiento», del año 1988, un esmalte sobre táblex, de 98 x 122 cm José Sixto volvió a presentar una exposición individual, en la Sala Eduardo Wesrterdahl del IEHC, el 19 de mayo de 1989.
-«Retrato de Maud Bonneaud de Westerdahl», del año 1986, en esmalte sobre táblex, de 122 x 98 cm esta tercera obra nos fue entregada, por el propio artista, y su familia, en nuestra mesa de Dirección del MACEW, el 5 de julio de 2014. Circunstancia que le agradecimos, personalmente».