Especial «Apoyo a Gran Canaria»

Disertación «Incendio=Avaricia»

Por Daniel Isaías León Luque, alumno Historia de la Filosofía, 2º de Bachillerato

La sociedad actual se encuentra sumida en la avaricia. Un ejemplo de ello es la despreocupación generalizada por el medioambiente, a causa del querer poseer todo el dinero posible. Si bien es verdad que existen diversas campañas a favor de la preservación y el cuidado de la naturaleza, también lo es el hecho de que no se le dé mucha importancia al tema en cuestión, dado que las consecuencias no son terminales de momento. A causa de esto, se están llevando al límite los recursos naturales del planeta, a la par que otros simplemente se destruyen por razones concretas, o simples descuidos.

A lo largo de la historia de nuestra existencia, los términos como avaricia y codicia han estado presentes en comportamientos habituales de las personas más poderosas. Conductas que, en infinidad de ocasiones, han guiado al ser humano hacia la ruina o la perdición. Se suele relacionar a la avaricia con el afán de poseer riquezas u objetos de valor abstracto con la intención de atesorarlos para uno mismo. Sin embargo, una parte de su significado, y que se acostumbra a olvidar, es que esos deseos de obtener fortuna, se convierten en excesivos y acaban corrompiendo el propio espíritu de la persona. De hecho, Platón entendía la codicia como la gran enfermedad moral de la ciudad. Según el filósofo ésta era terrible por su capacidad de arruinarlo absolutamente todo. Aunque, la codicia no es un vicio o enfermedad que consienta exculpar al codicioso, como sostenían Aristóteles, y siglos después Spinoza, es la expresión más clara de la injusticia de vivir en comunidad, ya que requiere un comportamiento perjudicial hacia los demás sin valorar cómo puedan afectar esas acciones a la propia comunidad.

Por lo tanto, los constantes contratiempos, relacionados con los desperfectos ocasionados contra la naturaleza, están firmemente ligados a los comportamientos expuestos anteriormente. Puesto que en la sociedad actual, todo gira alrededor del dinero, no es del todo imprudente deducir que los principales culpables sean las grandes empresas y organizaciones. El suceso más reciente de alcance mundial, ha sido el incendio mayúsculo en El Amazonas. Es verdad que normalmente siempre suele quemarse una pequeña parcela de terreno en esos territorios, pero en agosto del año 2019, la situación se volvió desproporcionada. Además, se han registrado entre enero y la tercera semana de agosto, un total de 71.497 focos de incendio en Brasil, la mayoría de ellos en la mayor selva tropical del planeta. Esta información prácticamente nos transmite las intenciones de esos siniestros, francamente provocados dada la cantidad desorbitada de focos expuesta anteriormente, que sería la de construir infraestructuras y edificios con la finalidad de adquirir una mayor cantidad de capital.

Según Arthur Schopenhauer; “la riqueza es como el agua salada, cuanto más se bebe, más sed da; lo mismo ocurre con la gloria”. Y si continuamos como sociedad por el camino equivocado, ese agua se va a terminar. De la misma forma que el dinero afecta de manera negativa a los más acomodados, también puede perjudicar hasta a las personas más humildes, a causa de la capacidad manipuladora del mismo. Por lo tanto, una sociedad sin conocimientos, es manipulable, tal como dijeron distintos filósofos desde la antigüedad hasta este siglo XXI, así como, Platón en el siglo IV a.C. o Fernando Savater en la actualidad.