Derecho, política y sociedad, una herencia romana que perdura en el Siglo XXI

Por los alumnos de 4ºC-ESO


Roma ha ido dejando marcas en nuestra sociedad, que han ofrecido la perduración de su cultura, sociedad, política e incluso modo de vida. Eso es lo que denominamos el legado romano. Un aspecto importante del legado romano entregado a nuestra civilización fue el derecho. En latín (derectum) significaba “lo recto”, aunque la más empleada fue “ius” (lo justo). Los romanos fueron conscientes del grado de civilización que suponía contar con un sistema de derecho civil (leyes).

El juicio romano surge con una acción jurídica que quería hallar una solución legal a un conflicto entre dos personas, regulando las relaciones entre ciudadanos. En el “Iudicium privatum” juicio privado, se admitían declaraciones de los implicados en el procedimiento y de testigos, la presentación de pruebas (instrumenta), que debía terminar en una resolución del juez (iudicatum). Los juristas (iuris prudente) distinguían “lo que era justo” y era la máxima autoridad jurídica. Es un modelo todavía vigente en las acciones legales llevadas a cabo en nuestra sociedad.

El Corpus Iuris Civilis

La influencia en el derecho occidental fue decisiva, principalmente a través del Corpus Iuris Civilis, una colección de escritos jurídicos realizados desde el siglo I d.C. Esta recopilación incluía, además, una serie de decretos imperiales y un célebre manual para el aprendizaje del derecho atribuido a un jurista llamado Gayo (siglo II d.C.).

Los reinos bárbaros surgidos de las antiguas provincias del Imperio Romano basaron su legislación en la romana, como fue el caso de Hispania. En el siglo XII se produjo un renacimiento jurídico en Europa gracias a la escuela de derecho romano de Bolonia, que trabajó sobre nuevas interpretaciones y comentarios sobre el Corpus Iuris Civilis de Justiniano (solución más efectiva a cualquier problema jurídico). En el siglo XVI apareció en concepto de iusnaturalismo, basado en la idea de que existía un derecho universal. Pero en el siglo XIX con la aparición de los códigos legislativos modernos (Código Napoleónico), se desbancó al derecho romano de su posición predominante, aunque estos códigos estuvieron influenciados por la legislación romana.

La influencia de la política romana

Las instituciones romanas han tenido mucha influencia en el desarrollo de la política occidental. Por ejemplo, las revoluciones norteamericana y francesa: En la época de las revoluciones basadas en los principios de la Ilustración, se extendió la idea de una república compuesta de virtuosos y honrados, frente a la decadencia que suponía la existencia del cesarismo, sobre todo en Francia y Estados Unidos.

La república norteamericana surgió con una carga notable del simbolismo romano. La sede del poder legislativo era el capitolio. El primer presidente estadounidense fue George Washington, comparado con Cincinato, que dejó su vida sencilla para luchar por la libertad de su patria. Además, uno de los primeros lemas de Estados Unidos fue «E pluribus unum» (uno de muchos), haciendo alusión a las trece colonias unidas para formar un país.

Francia también hizo referencia a Roma cuando estalló la Revolución Francesa en 1789. Maximilien Robespierre defendió los grandes logros de Grecia y Roma, los cuales habían conseguido gracias a su virtud, que para él era el amor y respeto a la ley. Los discursos en la nueva Asamblea Nacional, estaban llenos de referencias a Cicerón (como modelo).

El cesarismo en Europa

Este modelo de gobierno personal, no decayó. Bizancio continuó existiendo mil años más y el título imperial fue restaurado por Carlomagno. Con el surgimiento del Sacro Imperio Romano Germánico en Europa, el nombre de César en el siglo X pasó a ser káiser. Y en el siglo XVI apareció en forma eslava el título de “zar”. Durante el período napoleónico, se empleó el águila imperial como símbolo del Imperio Francés, en referencia al estandarte de las legiones romanas.

El imperio británico

En el siglo XIX se desarrolló un imperio que combinaba la expansión territorial con la libertad ciudadana. Así la comparación del Imperio británico con el romano fue constante. En el período de expansión del colonialismo británico, también revitalizó la Pax Romana. En 1914, el jurista lord James Bryce escribió una obra que desarrollaba un estudio comparativo desde el punto de vista jurídico entre la expansión romana y británica.