Antonio Rodríguez, profesor de Psicología de la Educación en la ULL y autor de «EducaEMOción»

«Las emociones siempre han estado en el aula»

Por Miranda Trujillo y Alba Ramos, alumnas de 1º de Bachillerato

LA TIZA MENSAJERA ha sido partícipe de muchas emociones durante la entrevista que nos concedió Antonio Rodríguez, profesor de Psicología de la Educación en la Universidad de La Laguna, ULL. Tuvimos la ocasión de entablar una charla distendida en su despacho de la antigua Escuela de Magisterio, hoy Facultad de Educación. Antonio Rodríguez compartió además con nosotras esas pasiones que ha vertido en su último libro «EducaEMOción», y que ahora compartimos con ustedes nuestros lectores. Bienvenidos a un mundo de educación con emoción.

-(risas y nervios de emoción) Queríamos empezar preguntándole por qué quieren los profesores ahora generar emociones en el aula.

-«Creo que es un tema de cierta actualidad. Lo emocional tiene moda, una relevancia especial. Pero siendo honesto con la historia de este tema tengo que decir que las emociones siempre ha estado en el aula, siempre han estado ahí y de hecho ha habido experiencias muy ricas, muy interesantes de maestros y maestras que tomaban en consideración el corazón emocional de sus alumnos y alumnas. Ustedes participan de un colegio, el Colegio Virgen del Mar, que si se ha caracterizado por algo, es especialmente por ser pionero en esta temática. En eso creo que hay que hacer honor a la historia y al valor que pusieron los responsables de vuestro cole a la hora de asumir que para educar bien a sus niños y niñas, a sus chicos y chicas, tenían que hacerlo desde el corazón. Desde antes de que se plantease toda esta moda de la educación emocional, ya el Virgen del Mar se tenían iniciativas muy ricas en torno a la educación emocional. Si bien ahora puede tener una especial relevancia, esto ya viene de atrás y seguiremos hablando sobre ella, por su importancia».

-Su libro “EducaEMOción”, puede considerarse una guía para que el profesorado emplee en el aula, ¿o es mucho más?

-«En principio es un manual de instrucciones junto a la creatividad, hecho en el que somos pioneros  los canarios y las canarias. Porque precisamente cuando se implanta este nuevo área curricular hace cuatro años, este es el quinto de Educación Emocional, nuestra Comunidad Autónoma es la única Comunidad en el Estado, y en el resto de la Unión Europea, si exceptuamos Gran Bretaña y el país de Malta, que tiene un currículo oficial para que los docentes trabajen con sus niños y niñas la Educación Emocional y Creativa. Cuando la implantamos surgió un inconveniente: los maestros te decían que les parecía muy bonito e interesante, pero que a ellos nadie les explicaba cómo hacerlo. Ellos sabían enseñar sus asignaturas porque para ello se formaron, no obstante en la facultad de Educación no había ninguna formación específica sobre el tema de la Educación Emocional. Entonces se planteó una exigencia, y así Intentamos aportarle ese arranque a las orientaciones formativas pero siempre eran insuficientes. Después de cuatro años trabajando con algunos colegios, entre ellos el Virgen del Mar, hemos logrado buenas experiencias, criterios, actividades, orientaciones. Todo ello ha constituido EducaEMOción.

Además de ser un manual de instrucciones creo que también es un deseo hecho realidad. Después de estos cuatro años de experiencia tengo la sensación de que el genio de la lámpara nos cumplió un sueño a los que estábamos embarcados en la Educación Emocional y nos planteó la posibilidad de desear algo que se ha hecho realidad. EducaEMOción es una evidencia  de que es posible tratar las emociones desde una punto de vista educativo. Demostrar a los jóvenes y ayudarles a que sepan dialogar con su corazón emocional».

«Es muy difícil que podamos separarnos de nuestras emociones.

-¿En qué cambia un aula donde se respiran emociones?

-«¿Es lo mismo aprender lo que estamos aprendiendo en nuestro instituto, en nuestro cole con alegría, es igual que aprenderlo con miedo, con tristeza, con vergüenza? Sería diferente si un maestro o una maestra se ayudase, se apoyase por ejemplo para explicar el resto de las materias en emociones tan agradables y favorables. Sería igual que se apoyase en emociones, como por ejemplo la alegría, la compasión, la amistad, que si lo hiciese desde la violencia, desde la rabia, el miedo, la tristeza o desde el asco. ¿Verdad que no sería igual? Por lo tanto, las emociones, sobre todo las emociones agradables, aportan un plus añadido a cualquier cosa que le pongan al lado. Por eso recordamos aquello que tiene valor emocional, aquello que no tiene valor emocional probablemente lo olvidemos o lo tengamos ahí en el rincón de la memoria pero no tenga demasiada relevancia». 

-¿Puede entenderse una vida sin emociones y recibir clases sin emociones?

-«Es muy difícil que podamos separarnos de nuestras emociones. Muy difícil porque en el caso de los humanos, nacemos con esas emociones ya grabadas, porque son herencia de los mamíferos, de nuestros antepasados los animales. Aunque nosotros intentemos no sentir tristeza, esa tristeza está ahí para ayudarnos a construir una función para sobrevivir, es algo que es inherente a nosotros, viene en nuestro equipaje. Después, en nuestra socialización, cuando ya empezamos a interactuar con los otros humanos, esas emociones que eran básicas y que eran mamíferas, se van haciendo emociones más sociales, más secundarias. Aunque a veces prefiramos no estar tristes, eso nos ayuda a decirle a los demás, protégeme, y si no viviésemos la tristeza no tendrían señales los que están a tu alrededor para protegerte. Al igual que la ira, cuando tu te muestras rabioso, lo que estás intentando decir es aquello que me pueda hacer daño, yo me enfrento a ello, yo voy en contra para evitar que el daño me lo produzca, esa es la función de la ira. Igual que el miedo nos protege de un peligro huyendo de él, lo que te dice el miedo es, sal corriendo que te puede hacer daño.

No podemos dejar de tener emociones, es difícil que haya un aula sin emociones, mejor o peor tratada, en un aula las emociones siempre están, lo que ahora se aporta diferente es, vamos a aprovecharlas, vamos a disfrutarlas, vamos a utilizarlas para que eso que nos define y que nos construye de manera relevante a los seres humanos, lo aprovechemos para desarrollarnos de una manera más adecuada. Porque al fin y al cabo, cuando nos orientamos hacia nuestra propia felicidad lo hacemos en función de las emociones que sentimos, somos felices cuando sentimos alegría, pero también lo somos cuando enfrentamos nuestra tristeza, y sabemos cómo gestionar la tristeza, nuestra rabia o nuestro miedo, eso también nos ayuda a aprender a ser felices».

-¿Notan ustedes cambios en los centros canarios, en su alumnado, después de llevar varios años trabajando en las emociones?

-«Así es, en el capítulo uno del libro que se titula “El cliente siempre tiene la emoción”, recogimos expresiones que los niños y niñas habían experimentado en Emocrea,  asignatura de Educación Emocional, para ver lo que ellos decían. Todos ellos se refieren a Emocrea como algo que les ayuda, que les protege, que les favorece. Pero es curioso, en 5º y 6º de Primaria los chicos ya no tienen Emocrea, porque cuando se diseñó la asignatura fue hasta 4º de Primaria. Les preguntamos a alumnos de quinto y sexto como vivían eso de no tener esta asignatura y se manifestaban enfadados porque consideraban que les había ayudado mucho y ya no recibían esa ayuda. Esto es una consecuencia del efecto bondadoso que tiene Emocrea. Cuando tienes un maestro que te ayuda a gestionar tus emociones, esto te genera un efecto beneficioso. Muchas veces nuestro corazón late sin nuestro permiso y no sabemos cómo hacer para gestionar estas emociones que nos descontrolan, desconciertan y desestabilizan. Además, tenemos evidencias constatadas de ello».

«Un maestro es el que ayuda a través de su enseñanza a crecer a sus alumnos, por eso me apasiona, por eso me emociona especialmente enseñar»

-¿Se emociona usted todavía cuando da clase? ¿Por qué?

-«Me encanta dar clase, es algo que me apasiona. Yo soy psicólogo, estudié Psicología, hice mi doctorado en Psicología y empecé como docente en la Universidad en la Facultad de Psicología. Pero después de unos años dando algunas clases en la que fue la antigua Escuela de Magisterio, donde se formaban a los antiguos maestros de EGB y después a los maestros LOGSE, me di cuenta de que eso de ser psicólogo era algo muy interesante, pero que lo que era realmente importante era formar a los futuros maestros y maestras. Porque entiendo que el docente es clave, yo a mis alumnos y a mis alumnas de primero les digo que están en la profesión más digna y más relevante de todas las profesiones, porque son las encargadas de formar a los niños y a las niñas desde que son pequeños para garantizar que después puedan ser médicos, abogados o lo que quieran. Entonces, para mi, el ser maestro, el ser docente, y además, cuando mis alumnos de Magisterio no me llaman profesor, sino me hablan de maestro, me da un plus añadido, es decir, me pone de una forma especial, porque revela la capacidad que tenemos de ayudar a crecer a otra persona. Un maestro es el que ayuda a través de su enseñanza a crecer a sus alumnos, por eso me apasiona, por eso me emociona especialmente enseñar, porque tiene una transcendencia y cuando veo que un ex alumno todavía se refiere a mí como maestro, eso todavía me enorgullece aún más».

-¿Se emociona en su día a día? ¿Cómo?

-«Si, soy un poco llorón a veces también, lo que pasa es que lo demuestro poco, pero soy muy tendente a lo emocional. Los canarios en general somos muy emocionales, por eso es que fuimos educados y criados por madres muy maternales, muy afectivas, muy cariñosas. Lo que a veces ocurre es que no lo demostramos tanto. En mi caso soy un poco tendente a no mostrarlo, por eso digo que a lo mejor en esas emociones uno tiende a expresar sus fragilidades, pero sí soy tendente a emocionarme».

-Recuerde cuando era niño, ¿se emociona?

-«Muchísimo, cada vez que voy a casa de mis padres, que todavía siguen viviendo en la casa donde me crié, en el barrio de Somosierra, y camino, transito por lugares que caminaba cuando era chiquillo, pues sí, me despierta una cierta añoranza de esa experiencia de antaño y de lo que fue mi infancia. El hecho de recordar, revivir, de oler, de oír sonidos de esa infancia, recrear acontecimientos que se vivieron en esos momentos, pues a uno le activa emocionalmente. Por eso lo que comentábamos antes, que los acontecimientos que construimos como personas están cargados de emoción. El sentido etimológico de la palabra recordar es volver a pasar por el corazón, cuando recordamos, estamos volviendo a pasar las cosas que han ocurrido por nuestro corazón. Por eso lo normal es que nos despierte y nos active experiencias emocionales».